Para este capítulo de «Viviendas Apasionantes: Casa Gehry», el hogar de un arquitecto un tanto polémico. Se trata un bungalow colonial holandés que el arquitecto americano Frank O. Gehry reformó para crear su casa familiar.
Hay mucho escrito y teorizado sobre esta casa, de hecho, está publicada en numerosas revistas de arquitectura. Fue construida, bueno reformada, en el año 1979 y rompió moldes. Pero no te voy a volver a contar lo que ya puedes leer, si quieres tener más información puedes buscarla en internet. Yo te aconsejo que vayas a esta web, explican muy bien la historia de la casa e incluso hay una entrevista con el arquitecto.
Este tipo de arquitectura es y fue muy experimental y el resultado lo demuestra. Lo que me interesa analizar y hacerte ver de esta casa es como afecta a las emociones. Es decir, que voy a analizar brevemente desde una óptica de la arquitectura emocional esta vivienda.
La primera impresión del edificio es impactante, no tiene nada que ver con los edificios de su entorno. Esto es marca de la casa del arquitecto del museo Guggenheim de Bilbao. Al igual que el museo la casa te choca, llama la atención, consigue no dejarte indiferente y esto ya es un logro. Quieras o no te emociona.
La decisión de no tocar el bungalow original y envolverlo con una construcción que contrasta radicalmente es una de las claves que le dan tanta fuerza. Es una perpendicularidad extrema que en Estudio Perpendicular tanto nos gusta.
La gran variedad de planos diferentes, con materiales distintos (chapa de acero, madera, vidrio, malla de simple torsión) dan la sensación de dinamismo y movimiento.
Otro de los aspectos que me gusta analizar es cómo se entra en la casa. El acontecimiento de entrar en el edificio es una de las experiencias más emocionantes. Bajo mi punto de vista, deben ser muy dramática y buscar la emoción en todo momento. En este caso Gehry lo consigue de forma magistral, no entras directamente tienes que recorrer un pequeño camino en el que vas descubriendo toda la fuerza de la vivienda. Viendo el contraste entre lo nuevo y lo original, los diferentes planos, materiales y sombras, fachadas que crean espacios intermedios entre dentro y fuera, y, por fin, llegas a la puerta de entrada a la casa.
El interior vuelve a emocionar, techos altos, entradas de luz cenital, la relación ya apuntada entre la casa original y la ampliación. Todo ello crea un lugar acogedor y dinámico, no se pierde el carácter doméstico de un hogar, pero a la vez engrandece el espíritu con los ventanales cenitales y de gran altura.
Por lo que te acabo de contar este hogar tiene mucho de teatral. Quizás por estar en la meca del cine, por el carácter del arquitecto o por el sentido del espectáculo que tienen los americanos, la vivienda tiene efectos muy dramáticos, jugando en el filo de la arquitectura y el arte. Pero justo por este motivo es una casa muy emotiva. Gehry fue un poco más allá de la edificación e introdujo elementos que funcionalmente no sirve para nada, pero crean una atmosfera, un dramatismo, activan las emociones.
No soy muy fan y seguidor de este arquitecto, creo que estos juegos formales son muy arriesgados y la línea entre lo que es emocionalmente evocador y un simple gesto formal que no aporta nada, como sucede en algunas de sus obras, es muy fina. Pero en esta casa ha sabido mantener ese equilibrio y por este motivo le he dedicado un post de «Viviendas Apasionantes: Casa Gehry», porque me apasiona y es una gran lección. Si te has quedado con ganas de más lee otro post, hemos escrito unos cuantos de Viviendas Apasionantes.
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