¿Por qué hoy en día gusta tanto “lo pulido”? Consideramos que lo bello es lo liso, lo deslumbrante, lo brillante y reluciente, en definitiva lo pulido. Frente a esto, no se si te ha pasado a mi sí, me quedo embobado frente a una imagen de un lugar abandonado y casi desecho, en descomposición. Admiro la belleza de lo decadente.
Con esto no quiero decir que tengas que vivir en la decadencia para admirar la belleza, pero sí que todo lo bello no tiene porque estar nuevo y reluciente.
“Lo pulido e impecable no daña. Tampoco ofrece ninguna resistencia. Sonsaca los me gusta. El objeto pulido anula lo que tiene de algo puesto enfrente. Toda negatividad resulta eliminada.”
Esta cita del filósofo surcoreano Byung-Chul Han ilustra a la perfección el ideal de belleza que tenemos actualmente. No ofrecer resistencia, todo tiene que ser inmediato y agradable al instante. Piensa el los objetos o espacios que más te gustan… Un smartphone o el museo Guggenheim de Bilbao son brillantes y pulidos. Son agradables al tacto, no ofrecen resistencia.

A mi también me gustan estos objetos, pero te quiero hacer reflexionar, como me paso a mi, en otro tipo de belleza. Esa belleza que sí ofrece resistencia y que no es inmediata. La belleza que tiene sombras y es áspera o punzante.
A mi me fascina este tipo de belleza y no sabía por qué, hasta que leí “El elogio de la sombra” de Tanizaki. La respuesta está en lo que llama “la pátina del tiempo”. El paso del tiempo va dejando huella en los objetos, los hace singulares. Un pequeño golpe en la carcasa del Smartphone o el desgaste de la cartera. Esta singularidad los hace únicos y raros. Pero ese desgaste o golpe tiene una historia, tu historia y tu memoria. Reflexioné sobre la memoria y los lugares en otro post, por si te interesa.

Observar lugares decadentes me hace pensar en las historias que se han vivido en esos lugares. En la memoria que para alguien, en algún lugar, puede tener ese sitio, esa habitación o ese hall del hotel en ruinas. Te hace pensar, ofrece resistencia y por ningún lado aparece lo pulido.

La belleza de lo decadente está en la imaginación y en la memoria. Si no has vivido en un lugar en descomposición o decadencia, este te transporta y te hace pensar el lo que pudo ser. En el caso de que tengas una vinculación al lugar o al objeto, la belleza está en los afectos que despierta, en la memoria que evoca. Y esto puede suceder por semejanza, es decir, sin tener un vínculo afectivo con un objeto o lugar decadente te puede evocar otro lugar u objeto que para ti sí tenga una carga afectiva.
En lo decadente hay profundidad, es un tipo de belleza diferente. Es el aprecio por esta belleza la que en nuestros proyectos de reforma o rehabilitación nos hace mantener un paramento descolorido o una puerta original, por ejemplo.
¿Cuéntanos algún lugar decadente que te haya atrapado?
Bibliografía:
Han, Byung – Chul. La salvación de lo bello. Barcelona: Herder Editorial S.L., 2015.
Tanizaki, Junichiro. El elogio de la sombra. Madrid: Ediciones Siruela S.A., 1994.