Madrid, 2023
Rehabilitación
LOCALIZACIÓN: Madrid (España)
AUTOR/ES: Jaime Llorente Sanz
CONSTRUCTORA: Corten Construcciones
FECHA: 2023
CLIENTE: Privado
FASE: Terminado
IMÁGENES: Patricia Semir Photography
MEMORIA:
Sucedió el mismo día que iba a morir, él no lo sabía, claro, pero ese día todo se torcería para Ramón. Cuando fue a llamar al ascensor, este no respondió. Tuvo que bajar por la antigua y preciosa escalera, pensó que de vez en cuando debería bajar por ellas, le encantaban.
Visto desde fuera, su vida era idílica. Joven, tan solo treinta y tres años; con un trabajo que le apasionaba, era reportero político en el periódico que él mismo había fundado con dos compañeros de carrera; alto, atlético y deportista, le gustaba ir al gimnasio a primera hora y todos los fines de semana se iba a correr a la sierra de Madrid; y hacía tres meses que vivía con Lupita, su novia. Una “morenaza”, como le gustaba llamarla, con una belleza que atontaba. Se conocieron en una rueda de prensa que el presidente mexicano Amlo concedió en Madrid en su visita a España. Ella, también reportera, acompañaba a Amlo cubriendo el viaje para un medio de comunicación mexicano.
Lo dicho, parecía que todo le iba viento en popa hasta ese día y él no tenía ni idea de lo se avecinaba. La decisión que tomo hacía apenas seis meses le iba a costar la vida. Una decisión que todos podríamos tomar, comprar una casa. Las cosas le iban muy bien y decidió comprar una casa en el centro, el barrio de Lavapiés le encantaba. Cuando la visitó con el agente inmobiliario supo que esa sería su futura casa. Estaba en un edificio de más de doscientos años, totalmente rehabilitado y muy singular. El ascensor abría directamente al piso y, aunque era pequeño, nada más entrar la estancia te arropaba. La luz y los materiales tradicionales contrastando con los muebles modernos y un armario curvo ponían el toque de distinción y elegancia, era perfecto. A Lupita también le encantó y le animó a no perder ni un segundo para comprarlo. Y así lo hizo, esa fue la decisión que le costaría la vida.
Le dijeron que el piso tenía otro comprador, pensó que era una estrategia para subir el precio, pero no le importó. Y sí que había otro comprador, obsesivo, retraído y huraño. Felipe se había obsesionado con el edificio, incluso antes de su rehabilitación. Vivía en un pequeño apartamento justo enfrente, estaba viejo y nada funcionaba bien. Pasaba frío en invierno y calor en verano. Solo se podía duchar con agua fría y a menudo se iba la luz durante la noche. Estaba alquilado y el propietario no le hacía ni caso a las constantes quejas, todo esto lo volvió aún más irascible y resentido. Había nacido y se había criado en ese barrio, hace tiempo que tomo una decisión, sí una decisión que chocaría con la de Ramón. Viviría toda su vida en el barrio, de allí no se iría si no es con los pies por delante. Así que comenzó a llevar una vida austera al máximo, se racionaba la comida, no se iba de vacaciones, no salía a los bares o restaurantes, andaba una hora de ida y otra de vuelta para ir al trabajo, no gastaba ni un euro más del necesario para la supervivencia. Los pocos amigos que tenía los perdió, el aislamiento fue total. Y todo esto era para ahorrar y poder comprarse una casa, su casa. Cuando vio que el edificio de enfrente lo comenzaban a rehabilitar, rezó todos los días, y eso que no había ido a misa en su vida, para que después de la rehabilitación lo pusieran a la venta. Y así fue.
Cuando visitó el último piso que quedaba, los otros, le dijo el agente inmobiliario, se vendieron antes de terminar las obras, una luz iluminó su miserable existencia. Inmediatamente, se obsesionó con la casa, le faltaba algún dinero para comprarla y tardó unas semanas en conseguirlo. Semanas fatídicas porque cuando volvió a comprarlo ya lo habían vendido. Sus esperanzas vendidas al mejor postor.
En su resentida mente se comenzó a encender el fuego de la venganza. Cuando Ramón se mudó a su piso y Felipe lo vio fue como cuando un caza fija el objetivo antes del disparo. Pasaron seis meses de preparativos hasta que Felipe estuvo preparado para obtener su venganza y había llegado el día. Comenzó inutilizando el ascensor, de este modo Ramón tendría que bajar las escaleras y ese sería el momento para que todo pareciese un accidente.