Madrid, 2023
Vivienda unifamiliar
LOCALIZACIÓN: Madrid (España)
AUTOR/ES: Jaime Llorente Sanz
FECHA: 2023
CLIENTE: Privado
FASE: Anteproyecto
IMÁGENES: Jaime Llorente Sanz
MEMORIA:
Como a la mayoría de adolescentes a Joe le cuesta mucho levantarse para ir al instituto, parece como si su cuerpo estuviera hecho de pesado hormigón. Ya era la cuarta vez que apagaba la alarma del móvil sin ni siquiera mirarlo. A la quinta abrió un ojo y vio que tenía una notificación de María. Inmediatamente, se puso de pie y le empezaron a sudar las manos.
—¿Qué querría?— pensó nervioso.
— ¿Otra vez los apuntes?— se dijo mirando el teléfono sin atreverse a abrir el mensaje.
—No, aún no lo abras— y fue al cuarto de baño a vestirse. Una vez listo para salir de casa y coger el autobús que le llevaba todos los días, y en el que coincidía con María sin falta, miró una vez más el móvil y a punto estuvo de abrirlo.
—¡No!— se censuró.
Salió de casa, como siempre era el último en salir. Sus padres y hermanos se iban pronto. Cerro la puerta con el móvil en la mano sudorosa a pesar de la gélida mañana. El cielo estaba despejado y los primeros rayos de sol salían detrás de las casas del final de la calle. Cuando giro para subir la calle el reflejo rojo de la peculiar casa, la “Casa Roja” como a él le gustaba llamarla, le iluminó la cara. Que casa más curiosa, siempre lo pensaba. Le gustaba, pero no tenía nada claro si él se construiría una casa así. Era la casa de María, quizás este era el motivo por el cual le gustaba la “Casa Roja”. Su mirada regresó al móvil, la promesa del mensaje le llenaba de nerviosismo, miedo e ilusión.
—¿Y si me dice que me siente hoy con ella en el autobús?— cuantas veces lo había soñado.
—Pero, ¿Y si no era eso lo que quería? A lo mejor solo quería que le dejara los apuntes como otras veces— Joe no entendía muy bien por qué le pedía los apuntes a él si ella sacaba mejores notas que él, aunque disfrutaba mucho cuando se los pedía.
Ya estaba a la altura de la casa de María, se paró. Se quedó mirando un rato la casa hipnotizado por el reflejo rojo, quizás esperando que saliera. De pronto el teléfono le vibró en la mano sacándolo de su estatismo.
—Es María otra vez— se dijo mirando la pantalla del móvil sin mover ni un músculo. No se atrevió a desbloquearlo, levantó la mirada para observar de nuevo la casa y en ese momento la vio mirándole desde la ventana.
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